¿Cómo reivindicar el 2 de mayo?

mayo 2, 2021 By robertovaquero Uncategorized
Antecedentes
La Revolución francesa, que comenzó en 1789, tuvo que enfrentarse a múltiples enemigos. En 1792 se formaría una gran coalición de la que España sería parte. Aunque en un principio se sucedieron derrotas francesas, estos fueron capaces de recomponerse y darle la vuelta a la situación, controlando durante años la gran mayoría de la Europa Occidental.
España se vería envuelta en la llamada guerra de la Convención o del Rosellón tras la ejecución del antiguo monarca francés Luis XVI, donde sería duramente derrotada por las tropas francesas. Los motivos principales de la derrota fueron la escasa preparación del ejército, los fallos en los suministros y la baja moral de la tropa, que no se podía comparar con la de los enfervorecidos voluntarios franceses.
Se perdió gran parte del norte peninsular, por lo que Godoy apostó por firmar la paz, mediante la Paz de Basilea (1795), en la cual España cedería La Española a Francia a cambio de que le devolvieran las plazas tomadas durante el conflicto. Por este tratado, Godoy recibiría el título de Príncipe de la Paz, a pesar del fracaso absoluto que supuso para España.
España firmaría en 1796 el Tratado de San Ildefonso, con el que se convertiría en un lacayo de Francia, entraría en la guerra del lado de Francia, lo cual terminaría trayendo graves consecuencias para España. Se perdería Trinidad a manos de Inglaterra.
En 1801, Godoy, de nuevo a la cabeza del Gobierno por presiones de Napoleón, declaró la guerra a Portugal, la cual se conoció como la “guerra de las Naranjas”. La victoria española llevó a la ocupación de Olivenza y al compromiso portugués de no dar resguardo ni ayuda de ningún tipo a los barcos ingleses. Los franceses estaban muy interesados en la escuadra española por su necesidad de combatir a Inglaterra, la pérfida Albión, por lo que forzaron la firma del convenio de Aranjuez, con lo que se hicieron con el control de la flota española. Franceses y españoles serían derrotados en 1805 en la Batalla de Trafalgar, perdiéndose la oportunidad de ganar la hegemonía marítima a Inglaterra. Luisiana fue vendida por los franceses a Estados Unidos, lo que a la larga conllevaría la pérdida de toda la Florida española.
La pérdida de la flota hizo que las colonias debieran servirse de sus propias fuerzas. El mundo hispánico se separaba y, más todavía, tras la invasión napoleónica. Durante este periodo en que funcionó de forma autónoma se creó el germen para la futura descolonización de la llamada América española.
Tras la derrota de Trafalgar, Napoleón cambió de estrategia y comenzó la táctica del bloqueo continental a Inglaterra, a la que se sumó España.
En 1807 se firmó el Tratado de Fontainebleau. Portugal, aliado de Gran Bretaña, debía ser neutralizado. Se acordó una intervención coordinada francoespañola, se autorizó el paso a tropas francesas por territorio español, se invadió Portugal (donde pasaron las mejores tropas españolas) y los franceses tomaron Lisboa. El acuerdo original era partir Portugal en tres: la zona norte sería para Carlos Luis de Parma, por compensación por perder Etruria; la zona centro se la quedarían para posibles cambios por Gibraltar y Trinidad; y la zona sur se la quedaría Godoy. El tratado no sería respetado.
Las tropas francesas fueron pasando no solo a Portugal, sino que se quedaron controlando la frontera, los accesos a Madrid y, en general, los puntos estratégicos por todo el territorio, Godoy comenzó a desconfiar y recomendó a la familia real que se trasladase a Aranjuez para, desde allí, ir al sur y poder ir al exilio si fuera necesario. Pero la situación explotó, se produjo el motín de Aranjuez que acabó con el Gobierno de Godoy, se obligó a abdicar a Carlos IV y se erigió como rey a Fernando VII.
Murat, el mariscal francés, controló Madrid. Fernando pensaba que era un aliado, pero Napoleón vio que existía un vacío de poder y una inestabilidad importante en España, por lo que decidió acabar con la monarquía borbónica e imponer a su hermano José como rey.
Por este motivo, obligó a la familia real a ir a Bayona a dirimir el conflicto. Napoleón les obligó a abdicar. Fernando, que era de naturaleza cobarde, como demostró a lo largo de toda su vida, lo aceptó. Se proclamaría, de forma posterior, a José Bonaparte rey de España como José I.
El 2 de mayo de 1808, el pueblo madrileño, que sí se había dado cuenta de lo que estaba pasando con las abdicaciones de Bayona, se insurreccionó contra las tropas francesas de Murat.
Mientras Fernando VII abdicaba por cobardía, el pueblo madrileño se enfrentaba valientemente a las tropas francesas aun siendo conscientes del seguro resultado. Fueron masacrados, pero este acto de heroísmo popular dio inicio a la resistencia de todo el país. Es decir, la sangre del pueblo en las calles de Madrid dio paso a la guerra de la Independencia.

La Guerra de la Independencia
El 2 de mayo se iniciaría la insurrección. El pueblo madrileño se levantaba contra el invasor. La represión fue brutal: hubo más de mil muertos, pero el efecto fue inmediato, y la insurrección contra el control francés se extendió a todo el territorio.
La nobleza española, los consejos del reino, en resumidas cuentas, todo el estamento dominante, se pasó al bando francés, jurando lealtad al rey impuesto por Napoleón, su hermano José Bonaparte.
El Real Consejo de Castilla, aseguró al pobre José que él constituía -la rama principal de una familia destinada por el cielo a reinar-. No menos abyecto fue el homenaje del duque del Parque, en cabeza de la diputación del ejército. Al día siguiente, esas mismas personas publicaban una proclama intimando la sumisión de todo el país a la dinastía Bonaparte. El 7 de julio de 1808 fue firmada la nueva Constitución por 91 españoles de la más alta nobleza, entre los que figuraban duques, condes y marqueses, así como varias cabezas de órdenes religiosas. Durante la discusión de la Constitución todos ellos hallaron motivos para protestar de la revocación de sus viejos privilegios y exenciones. El primer gabinete y la primera corte de José se constituyeron con las mimas personas que formaban el gabinete y la corte de Fernando VII. Algunos miembros de las clases altas consideraban a Napoleón como el providencial regenerador de España; otros, como el único baluarte capaz de enfrentarse con la Revolución; ninguno de ellos, por último, creía en la posibilidad de una resistencia nacional.” 1
Así la sociedad española se dividió entre afrancesados y patriotas. El grueso de la población se situó contra los franceses, y una pequeña minoría les apoyó. Algunos pensaban que, tras el Estatuto de Bayona y las medidas de progreso que contenía esta carta, era la única forma de superar el antiguo régimen y progresar como país. Con la restauración de Fernando VII y la vuelta al absolutismo, se vivió un claro retroceso en el país con respecto a lo que proponían los franceses; esto fue debido al fracaso de los liberales patriotas que se vieron superados por distintas causas por los partidarios del absolutismo. Desde la reacción española, siempre se ha reivindicado el 2 de mayo y la guerra de Independencia como si de la nueva reconquista se tratase, como una reacción de España contra las ideas revolucionarias, pero esto, como su idea de la reconquista contra los árabes, está muy lejos de la realidad.
España se encontraba en crisis, el antiguo régimen estaba en franca descomposición, ya se estaba iniciando la pugna de los defensores de este contra los que querían hacer progresar al país. La situación en el contexto de la guerra y resistencia contra los franceses era muy convulsa. Muchos defensores del Antiguo Régimen estarían al final en el bando patriota, muchos curas fueron hasta líderes guerrilleros contra la ocupación, pero también tuvieron preeminencia en la resistencia los liberales patriotas, partidarios de acabar con el absolutismo, de desarrollar las Cortes y de defender una monarquía constitucional sujeta a la Constitución de Cádiz de 1812, conocida popularmente como la Pepa.
Así se establecieron la Junta Nacional y las juntas regionales. El problema de las juntas fue que se permitió que fueran nombrados miembros del Antiguo Régimen; se elegían por costumbre, en vez de elegir a gente surgida del propio proceso; esta gente lograría que las expectativas de los revolucionarios quedasen en nada. También permitieron la supervivencia de instituciones reaccionarias como el Consejo de Castilla. Ellos mismos permitieron al enemigo sobrevivir cuando ya estaba agonizando.
Una ventaja de la dispersión de las juntas fue que los franceses, al no existir un único foco importante, no pudieron desarrollar sus acciones en un solo sentido, lo que dificultó su actuación.
Ante la debilidad del Ejército español, se recurrió a una nueva táctica: la guerra de guerrillas. Esta modalidad de combate permitía atacar a los franceses en cualquier sitio, retirarse, ocultarse en el pueblo y en las montañas, volver a organizarse y volver a atacar, así en todas partes y en todo momento, lo que dificultaba la capacidad de maniobrar a los franceses; es el auge del bandolerismo. A los franceses les resultaba imposible mandar un correo o mandar suministros sin que fueran atacados. Esta táctica fue la principal hasta que consiguieron adquirir fuerzas para entablar combate frontal mediante un ejército regular.
La situación era desesperante para los franceses, hasta el punto de que el propio Napoleón llegó a afirmar lo siguiente: “Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses… esta maldita guerra me ha perdido.” 2
Cuando comenzaron las derrotas francesas, José I tuvo que huir de Madrid, el Ejército imperial hubo de replegarse, y no sería hasta la llegada del propio Napoleón y de su Grande Armée cuando recuperarían el territorio perdido haciendo retroceder a españoles y a ingleses que, bajo el mando de Wellington, estaban en la península luchando contra los franceses.
Los ingleses, al igual que los franceses, velaban solo por sus intereses. No era una ayuda desinteresada: ambos cometieron rapiña, robaron a España mientras se ponían la careta de libertadores. Como prueba de esto, ahí están el bombardeo que ordenó Wellington sobre la industria textil de Béjar o la destrucción de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro de Madrid cuando ya los franceses se habían marchado. ¿Por qué lo hicieron? Porque era una industria competidora de la inglesa. Todavía el fantoche de Fernando VII le hizo a Wellington lo que se llamó “el regalo español” por sus servicios a España. El regalo consistía en regalar la historia y las riquezas de España (obras de arte) que este intervino cuando José I huía de España. Actualmente, estas obras se encuentran, en su mayoría, junto a todo lo demás que han robado durante siglos de expolio e imperialismo en museos ingleses. La más destacada es El Aguador de Sevilla, de Velázquez.
Después de la llegada de Napoleón, la situación fue complicada para los patriotas, y no cambiaría hasta que este tuvo que marchar a la cabeza de su Grande Armée a combatir a Rusia. A partir de aquí, la situación cambió a favor de los patriotas, que, victoria tras victoria, acabarían expulsando al invasor de España. Tras la victoria en la batalla de Vitoria, en 1813, llegando a invadir incluso el sur de Francia, el propio Napoleón pediría la paz, dándose por terminada la guerra de Independencia española con la firma del tratado de Valençay.
Durante toda la guerra de Independencia, se llamó a Fernando VII el deseado, el rey legítimo, se establecieron una gran serie de expectativas sobre el monarca, se le pintó como un héroe nacional. La realidad, una vez más, no podría ser más distante de todo esto: Fernando VII fue un cobarde que, temiendo por su integridad física, traicionó al pueblo al firmar la abdicación. Mientras el pueblo era masacrado y sufría la falta de suministros, él vivía a cuerpo de rey en un palacio con una pensión del emperador y le solicitaba que le adoptara como hijo. A su vuelta, apoyándose en el Manifiesto de los Persas y en el general Elio, derogó la Constitución de Cádiz, acabó con las juntas, reinstauró el absolutismo y asesinó o deportó a los liberales patriotas que habían posibilitado su vuelta. Su traición fue absoluta; pasó de ser el deseado al Rey Felón, infame y traidor.

¿Cómo reivindicar el 2 de mayo?
El 2 de mayo es una fecha eminentemente popular. Sin embargo, hay un intento continuado de enlazar esta fecha con reivindicaciones reaccionarias y ultranacionalistas, convirtiéndola en todo lo contrario de lo que representa. Esto debe ser combatido desenmascarándolo: las grandes gestas de lucha deben ser utilizadas en provecho de la lucha de clases, de nuestra clase, para ayudar a llegar a las masas y alejarlas de la influencia de los reaccionarios.
El 2 de mayo representa la lucha de las clases populares contra los invasores napoleónicos, la lucha contra el invasor mientras la aristocracia apoyaba en su mayoría el nuevo régimen de José I. Este espíritu de lucha es el espíritu del pueblo que se levanta contra la opresión y la dominación extranjera. Su memoria debe ser utilizada para animar a las masas a luchar hoy en día contra la dominación del capital financiero, por la salida de la Unión Europea y del resto de organismos imperialistas de los que España forma parte, para, así, recuperar la soberanía de España y convertirnos en un país independiente y de progreso.
Es necesario luchar contra la concepción del 2 de mayo de los reaccionarios, los cuales lo describen, como ya hicieron, como la “reconquista”, tergiversando la historia en su provecho.
Por poner un ejemplo de organizaciones que reivindicaban el 2 de mayo como un día progresista, un día para inspirar las luchas de hoy, queremos exponer dos fragmentos del desaparecido FRAP que van muy en la línea actual del PML(RC) sobre la cuestión:22
“El 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levantó heroicamente y derramó generoso su sangre contra el invasor francés, en defensa de la independencia nacional, iniciando así la heroica gesta de nuestra guerra por la independencia, que culminó con la derrota de los invasores, mientras la corte, la aristocracia y todas las clases dominantes aceptaban la invasión y abrían las puertas de España a las tropas napoleónicas.
A la par que el pueblo de Madrid vertía ríos de sangre en las calles y plazas, luchando por la libertad y la independencia nacionales, Carlos IV, Fernando VII y toda la corte en Bayona, estrechaban la mano a los invasores.” 3
“El Comité Coordinador pro-Frap, en este 2 de mayo, fecha gloriosa que simboliza más que ninguna la lucha de nuestro pueblo por su independencia llama a todo el pueblo a emular a los héroes del 2 de mayo de 1808, que las calles, plazas, el parque de artillería y en la Moncloa, lucharon hasta la muerte y derramaron su sangre por la independencia y soberanía nacionales.” 4
1 Marx, K. (9 de septiembre de 1854), La España revolucionaria, New York Daily Tribune.
2 Fraser R. (2006), La maldita guerra de España. Historia social de la guerra de la Independencia, 1808-1814.
3. Acción nº5. Comités pro-FRAP
4. Ibídem
Extracto del libro “Historias de la España Revolucionaria”.
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